domingo, 28 de agosto de 2011

Un alto en el camino



   Tengo otitis y mi amiga  Cris se ha ido a china hoy, lo cual quiere decir que he pasado todo el día en silencio y soledad, y con un leve y sordo dolor de oido. Lo mejor del día las dos llamaditas y mensajitos que me alegraron el día.
   Me he levantado somnoliento, me he tomado un café, he leido un par de capítulos de la última novela de Javier Marías; he escuchado con atención el pitido perpetuo de mi oido izquierdo, ahora más acentuado por el silencio circundante y porque sufre; he escuchado a Sabina, a Bon Jovi y a Leonard Cohen;  he visto mucha tele con sus anuncios-promesas de un mundo mejor sin celulitis, familias felices, y detergentes mágicos etcétera.; y luego he visto un mundo terrible en las noticias que me ha soliviantado a base de muerte y destrucción. Me he dormido, me he despertado desorientado, me he vuelto a dormir, me he asomado por la ventana, me he duchado, y he pensado en personas buenas y malas, y en tristezas tenues que se le quedan a uno en el cielo de la boca, y en batallas que ganaré algún día si tengo fé.
   Si yo fuese William Faulkner sería capaz de transcribir los millones de pensamientos que nos inundan y que nada tienen que ver con el ordenado narrador que nos explica que fulanito iba pensando en María mientras fumaba un cigarrillo... Seguramente Fulanito pensaba en el culo de la que caminaba por delante de él, en que tenía que comprar el pan, en  María, en la gota de sudor que le caía por la espalda, en la muerte, en una amigo al que no ve hace diez años, en un picor del tobillo, y en muchas cosas más todas mezcladas e irreproducibles en un lenguage inteligible. Por eso, en "El ruido y la furia" de Faulkner, uno tarda en comprender lo que está leyendo, porque la mente humana es una cárcel caótica de deseos y pensamientos continuamente desordenados y fugaces. Pero como yo no soy Faulkner, ay!, no soy capaz de transcribir con un mínimo de sentido común porqué, a pesar de que tenía preparados cuatro o cinco entradas más para este blog, he decidido no escribirlas, y con la radicalidad que me caracteriza las he arrancado de la libreta y las he tirada a la papelera, qué dramático soy...
   Llegué el 22 de Agosto pero es ahora mismo que he vuelto, quizás sea por eso que no me parece tenga ya sentido seguir escribiendo sobre Birmania, ya es pasado, un pasado genial, pero pasado al fin y al cabo. Una cita clásica de uno de los vedantas indios dice: "No se puede avanzar mirando hacia los dos lados", quizás sea eso. Hay que mirar hacia adelante, y por delante tengo un par de cosas que hacer antes de acabar este año, lo más importante retocar y retocar y retocar mi segundo libro, con el que me voy a poner a partir de ya.
   En fin hago un alto en el camino y no escribiré más en este blog hasta que me vuelva a ir de viaje. Aún queda tarde, brisa y vida por la que pasearme con mis sueños, mis huracanes, mis soledades, mis alegrias, mis melancolías y mis cosas. Un beso y un abrazo, 

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