miércoles, 27 de julio de 2011

Curiosidad

    El otro día estaba yo con una amiga tomando unas birras y a la tercera o la cuarta me dijo una frase que se me quedó revoloteando en la cabezota. Me dijo algo así como que la curiosidad era un antídoto contra la depresión.
   En una semana me voy a Myanmar y me corroe la curiosidad. Es una sensación leve de nerviosismo positivo, como cuando publiqué la novelita. A Madrid el día 02, el largo vuelo, un día entero en Bangkok, y llegar, ya de noche, a Yangón. 
   Siento curiosidad por saber como serán los clientes, el guía local, la remota región de Kyantong... y curiosamente quizás sea esa peculiaridad mía la que me ha mantenido lejos de la depresión, la de ser curioso. 
   Siempre he sido así que yo recuerde, un niño curioso. Es esa curiosidad la que me levanta por las mañanas, os lo juro. Nada más. La curiosidad de saber si conoceré a alguien, la de quedar con un amigo, la de pensar cual será la conversación, la sonrisa, la mirada o el párrafo del libro que me estoy leyendo lo que me iluminará la mañana, la curiosidad de saber si al fin, por arte de magia, dejaré de estar adisgusto en este mundo extraño, y si algún día dejaré ser mi peor enemigo, y dejaré de pelearme conmigo mismo, y echarme la bronca, y reconciliarme al poco... La curiosidad de saber si la paz llegará, de una puta vez. Nada más deseo. Paz. Y a veces la siento cerca, pero se me escapa, la muy esquiva...
   Tengo muchas ganas de llegar a Myanmar. Os lo escribo por prescripción,  es mi paracetamol personal, e imagino que lo único que hago escribiendo esto es alejar los malos pensamientos y aferrarme a una mínima pero bien consolidada calma y estabilidad que me llega a rachas y me sorprende. Todo está en si querré ser feliz y convertirme en un tío normal. La melancolía engancha. Parafraseando al gran Galdós podría decir que todas las personas felices se parecen, sin embargo cada persona desdichada lo es a su manera.
   Al igual que al enfermo de cáncer le brillan los ojitos cuando ve un pequeño y ralo mechón de pelo que vuelve a crecer en su cabeza, aunque sea poco y feo;  o como el conejo que, aunque asustado, sale de la madriguera olisqueando la primavera, cegado por el sol pero hambriento, así siento yo la curiosidad por saber si esa mínima felicidad que siento en mí cuajará. Mi futuro es claro y limpio: Ahora Myanmar, luego Septiembre. Y lo mejor es que tengo ganas de irme sí, pero también de volver también. Qué curioso... 
  

jueves, 14 de julio de 2011

Menorca

"Mi patria son mis amigos"
(Alfredo Bryce Echenique)

  ¡Un beso a mis amigos! Ahí van unas fotillos de Menorca...